DESATENDIENDO A HEIDEGGER
Desacreditar a Heidegger, creo haberlo dicho en más de una ocasión, es tarea harto complicada. Santiago Navajas, que plantea una breve pero informada diatriba, cree hacer lo primero, cuando en realidad aseguraríamos que recae en lo intitulado.
Plantea bien, inicialmente, la crítica mediante un parangón, que también deviene natural para un servidor, entre Heidegger y Wittgenstein, a sendos extremos opuestos de una supuesta línea epistemológica de la Filosofía:
" Heidegger, como su alter ego analítico Wittgenstein, transmite una sensación de pureza, de utopía existencial, como si fueran dos Maestros Zen. El carácter utópico de la filosofía de ambos les llevó a posiciones extremas de violencia conceptual ".Obviando la referencia al Zen, que no viene al caso, es interesante ver cómo Navajas - que es un liberal confeso - categoriza de " utópica " la ambición filosófica de ambos. Primero, tal categorización es gratuita puesto que en voluntad, respetabílisima como pocas, de Heidegger y Wittgenstein, así como de la Filosofía en general, está encontrar la verdad, aún siendo nimios e inseguros los mínimos hallazgos. Atribuir tal voluntad de utópica, es ya dar por sentado la invalidez de los resultados, es decir, comprometerse de entrada con otro modo de pensamiento. Más adelante veremos cual...
Continúa politizando - como buen liberal: politizar es demonizar - a ambos pensadores:
" Heidegger fue un nazi de carnet y cuotas satisfechas. No exactamente un nazi filosófico, aunque le atraía de éste su carácter antiburgués y agrario. Wittgenstein, por el contrario, era un urbanita, así que prefirió la compañía de los utópicos comunistas ".Lo primero es matizable - la implicación política de Heidegger con el nazismo es materia de controversia permanente - y lo segundo es, como mínimo dudoso. Habiendo caracterizado sendos pensadores de: " utopicos " y " totalitarios ", el razonamiento siguiente viene rodado: