OFF CINEMA v.9
Hacía ya tiempo que quería ver una película de Jaques Tatí, hoy he podido ver una. Mi " gusanillo " por Tatí tiene dos fuentes, una primera: cultural y cinéfila. Jaques Tatí es uno de los humoristas clásicos de la historia del cine, ha pasado a la historia por eso y por denunciar lo absurdo de la vida moderna. De esto segundo, hablaremos a propósito del film que nos ocupa. Un segundo motivo, más biográfico y seguramente más insignificante, es ese club adosado al antiguo recinto de Congresos de Barcelona que se denomina " Tatí " y que tiene, como adorno, esa silueta célebre de Mr. Hulot - personaje por excelencia del francés - . Hulot es para Tatí lo que Charlot para Chaplin, son su transfiguración al celuloide, la imagen para el devenir. Ese local siempre me ha llamado la atención, no sabría decir porquè, aunque sospecho que es fruto de mi incapacidad para imaginarme dicho local, es decir, lo no imaginable tiende a ser misterioso y exótico. Yo, desde hace mucho, he asociado ese misterio al propio Tatí.
Los contrastes son siempre edificantes en la vida de uno, y esta mañana en cierto sentido puede ser muestra de ello: mientras afuera, sorpresivamente, se ha producido una estampa inhabitual de nieve, la latitud de donde vivo no las hace comunes, yo me disponía a visionar ese retrato costumbrista de los estíos de playa franceses de los años 40 - 50 que es " Les vacances de Monsieur Hulot ". Tatí y su alter ego Hulot han pasado a la historia por representar la absurdidad de los nuevos habitos de los franceses de su época, así en la película que nos ocupa Hulot nos describe el éxodo veraniego de la clase media francesa a las zonas costeras. Los nuevos modos vacacionales descritos nos recuerdan el origen, y más importante aún, la perplejidad - crítica en la mirada de Tatí - que produjeron a sus coetaneos. Un verano que nota la influencia del jazz de la costa oeste, un jazz de salón que introdujo el género al viejo continente; la melodia que suena repetitiva da el tempo - suave y despreocupado - de ese solaz invariable y aburrido que nos describe el film, Se fragua lo que se conocera como vacaciones de playa en masa, el siempre excéntrico Hulot entre gags de humor primario - la mayoría del humor de situación de la película ha perdido la gracia,cuestión compleja de analizar si nos atenemos al hecho de que continúa haciendose con éxito y de forma no muy distinta a la original - intentará integrarse entre las hordas de extranjeros - alemanes e ingleses - y compatriotas que han ritualizado, inclusive, su rutina vacacional. Hulot, sin embargo, no desespera en su empeño de ser uno más a pesar de su excéntrica imagen - perenne pipa y sombrero- , ridicula pose y su desastroso tranco. Hulot no se integrará por ser demasiado absurdo, sin embargo, sus actos nos permitirán desvelar la absurdidad de los propios. Los actos del resto de veraneantes - con sus prisas y su denuedo en actividades insulsas - no lo serán menos por ser col·lectivos, véamos en ellos la génesis de nuestros propios hábitos de estío. El valor documental es la naturalización de lo que produjo perplejidad a nuestros abuelos. La mirada clarividente es la del marido escéptico de la pareja extranjera que nos han ido apareciendo en cada escena, éste, abstraído de todo lo que acontece a su alrededor, va simpatizando con la singularidad de Hulot. Al final de ese verano, será uno de los pocos que se despedirá de él: el único que ha mantenido su autenticidad a lo largo de ese largo y anodino verano que toca a su fín...
Los contrastes son siempre edificantes en la vida de uno, y esta mañana en cierto sentido puede ser muestra de ello: mientras afuera, sorpresivamente, se ha producido una estampa inhabitual de nieve, la latitud de donde vivo no las hace comunes, yo me disponía a visionar ese retrato costumbrista de los estíos de playa franceses de los años 40 - 50 que es " Les vacances de Monsieur Hulot ". Tatí y su alter ego Hulot han pasado a la historia por representar la absurdidad de los nuevos habitos de los franceses de su época, así en la película que nos ocupa Hulot nos describe el éxodo veraniego de la clase media francesa a las zonas costeras. Los nuevos modos vacacionales descritos nos recuerdan el origen, y más importante aún, la perplejidad - crítica en la mirada de Tatí - que produjeron a sus coetaneos. Un verano que nota la influencia del jazz de la costa oeste, un jazz de salón que introdujo el género al viejo continente; la melodia que suena repetitiva da el tempo - suave y despreocupado - de ese solaz invariable y aburrido que nos describe el film, Se fragua lo que se conocera como vacaciones de playa en masa, el siempre excéntrico Hulot entre gags de humor primario - la mayoría del humor de situación de la película ha perdido la gracia,cuestión compleja de analizar si nos atenemos al hecho de que continúa haciendose con éxito y de forma no muy distinta a la original - intentará integrarse entre las hordas de extranjeros - alemanes e ingleses - y compatriotas que han ritualizado, inclusive, su rutina vacacional. Hulot, sin embargo, no desespera en su empeño de ser uno más a pesar de su excéntrica imagen - perenne pipa y sombrero- , ridicula pose y su desastroso tranco. Hulot no se integrará por ser demasiado absurdo, sin embargo, sus actos nos permitirán desvelar la absurdidad de los propios. Los actos del resto de veraneantes - con sus prisas y su denuedo en actividades insulsas - no lo serán menos por ser col·lectivos, véamos en ellos la génesis de nuestros propios hábitos de estío. El valor documental es la naturalización de lo que produjo perplejidad a nuestros abuelos. La mirada clarividente es la del marido escéptico de la pareja extranjera que nos han ido apareciendo en cada escena, éste, abstraído de todo lo que acontece a su alrededor, va simpatizando con la singularidad de Hulot. Al final de ese verano, será uno de los pocos que se despedirá de él: el único que ha mantenido su autenticidad a lo largo de ese largo y anodino verano que toca a su fín...
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